miércoles, 24 de septiembre de 2014

No estaba muerto, que estaba de parranda

Muy buenas a todos, ya ha pasado un tiempecito desde que no escribo, la verdad es que había dejado el blog de lado, lo que no significa que haya dejado la bici, tranquilos que eso jamás. Hoy pongo esto para informar que voy a ir volviendo a usar el blog poco a poco, y por ello os informo un poco de lo que he estado haciendo este tiempo. Pues sigo haciendo dirt, aun tengo la ram aunque con piezas nuevas, y ahora estoy haciendo también enduro, pues mi padre y hermano lo hacen y yo estoy empezando.

Ahora que he dicho lo que tenia que decir voy a poner aqui un texto que he hecho para clase narrando una experiencia que me paso hace poco en el monte, en este caso haciendo enduro. No soy un gran novelista pero espero que sea de vuestro agrado. 

Esto ocurrió el jueves anterior a empezar las clases, día que no olvidare en una temporada. Ese día yo fui a entrenar en bici con mi padre y un amigo del, cuyo nombre prefiero mantener en el anonimato, habíamos aprovechado para ir al monte los tres pues en 2 semanas, lo que viene siendo este fin de semana, es el campeonato gallego de enduro y los dos compiten. El amigo en cuestión hacia cosa de un mes que volviera a ir al monte, pues se había recuperado de una caída no hacia mucho, lo llevamos a un circuito que no conocía, muy bien preparado y muy divertido, y se empezó a motivar. Hicimos cinco bajadas en una hora, el circuito es corto pero explosivo, y su cara de felicidad era tremenda, se lo estaba pasando genial y se le notaba, tanto en la cara como en los "gritos" que daba cuando saltaba . Todo iba muy bien, estábamos haciendo la ultima bajada, yo iba delante porque iba a hacer un salto grande y querían verme, tras hacerlo le deje ir a el delante para hacer el ultimo salto del circuito y verlo , pero ese salto tenia un problema, es un cortado de dos metros de altura, el cual ahora no tiene recepción, entonces o caes en plano desde esa altura lo cual machaca bastante o puedes intentar, cosa que entrenaba el, saltar mucho hacia delante, unos cinco metros, para llegar a una bajadita. Pues yo pare a ver como lo hacia, pero algo pasó, en el aire empunto y ahí me empecé a preocupar. Vi de lleno como empunto, al recepcionar así aun hoy en día no se muy bien que paso pero mas o menos fue lo siguiente ; salio hacia delante, callo a tombos el mas la bici, fue a dar con el lado contra un árbol y salio rebotado hacia abajo, teniendo en cuenta la velocidad a la que coges un salto, que no es poca y la manera en la que se zarandeo al dar con el árbol y salir rebotado la sangre se me heló, pero ahí aun no del todo. Se me heló del todo cuando paro de rodar y no hizo el amago de levantarse, en ese momento salí corriendo hacia el preguntándole si le pasaba algo, en ese momento llegaba mi padre también a junto del, y lo primero que vi fue a el tirado en el suelo, inmóvil gimoteando, sin respirar, ahí, ahí fue cuando se me heló la sangre del todo.

Su mirada, la expresión de su cara, la manera de arrastrarse en el suelo medio agonizante y el sonido que hacia al intentar respirar, todo eso me dejo como una tumba, mientras mi padre le daba la mano y intentaba tranquilizarlo yo me quede como una piedra, inmóvil, con la mente en blanco y sin saber que hacer. Después de unos escasos pero eternos segundos así, le ayudamos a ponerse de lado y acomodarlo, y fue cuando empezó a llevar la mano a la espalda, lo que ya identificamos como que era donde le dolía, pasaron los minutos, se fue tranquilizando y con el todos. Poco a poco se fue incorporando y ya podía hablar algo, aunque con dificultades bastante notables, le dimos de beber y lo dejamos reposar. Poco a poco fue levantándose, pero con muchas dificultades, por lo que ya dijo que no podría conducir, por suerte sus padres vivían a unos trescientos metros del lugar de la caída, mientras mi padre fue a por el furgón de nuestro amigo, yo lo fui acompañando y cargando con las bicis, la mía y la del que había "dejado como un ocho" como se suele decir. Mientras íbamos andando se iba quejando de que el dolía el pecho, el mismo me dijo "creo que tengo algo fisurado" y se lamentaba. A mi me daba muchísima lastima, de como en segundos paso de estar rebosando alegría a estar así, sufriendo por respirar. Lo dejamos en casa de los padres que ya se encargaron ellos de llevarlo al hospital, mi padre y yo nos fuimos y por el camino empezamos a reflexionar si merece la pena arriesgar tanto, pero eso ya es otro tema. A las dos horas tuvimos la primera noticia del y era que tenia tres costillas rotas y estaba pendiente de hacer otra prueba por si tenia algo en la espalada, yo pensando " normal que se quejara del pecho, algo fisurado decía...". Pero la cosa no quedo ahí, al día siguiente hablamos con el y por suerte la espalda la tenia bien, solo que no eran tres costillas, eran siete. Al día siguiente, teníamos intención de ir a visitarlo, pero cuando lo llamamos nos comento que lo habían trasladado a otro hospital, pero que no podíamos ir a verlo que estaba en cuidados intensivos, pues resulta que tampoco eran siete, eran ocho, el esternón fisurado y un pulmón tenia una pequeña perforación.
Ahora se encuentra en casa y bueno siguen siendo ocho costillas así que le queda reposo y el mal sabor de boca por no poder ir a la competición y sobretodo por que esta en un estado deplorable.

Está claro que hay experiencias mas desagradables que la que yo he narrado, mas de todas las que he tenido esta es la peor, y ojala no tenga que volver a pasar por esto ni que nadie lo pase por mi, aunque a mi pesar es algo que siempre esta presente en este deporte que hacemos.





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